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Cómo la comunicación intencional reduce la soledad no deseada en pacientes y equipos de salud



La Navidad suele asociarse con la unión, la celebración y la familia. Sin embargo, para muchas personas esta época amplifica el silencio, la desconexión y una soledad que no eligieron. En el contexto de la salud, esta realidad se vuelve aún más compleja y, muchas veces, invisible.


Abundé sobre este tema en este episodio de Comunica Salud. Te lo dejo por aquí para que lo escuches completo:



La soledad no deseada no es solo un estado emocional pasajero. Hoy sabemos que es un determinante de la salud que influye en la presión arterial, el sueño, el estado de ánimo, la recuperación clínica y la adherencia a los tratamientos. En este escenario, la comunicación intencional se convierte en una poderosa herramienta terapéutica, accesible y profundamente humana.


¿Qué es la soledad no deseada y por qué importa en salud?


La soledad no deseada no implica necesariamente estar solo. Significa sentirse desconectado, incluso cuando hay personas alrededor.


La vemos en:

  • Pacientes hospitalizados que reciben visitas, pero nadie les pregunta cómo están de verdad.

  • Adultos mayores rodeados de ruido, pero sin conversaciones significativas.

  • Cuidadores agotados sin sostén emocional.

  • Profesionales de la salud que trabajan en equipo, pero se sienten invisibles.


La evidencia sobre la salud social es clara. Cuando las personas no sienten pertenencia, aumentan la depresión, la ansiedad, el deterioro cognitivo y la mortalidad. Y durante la Navidad, esta realidad suele resultar más visible.


Adulto mayor sentado junto a una ventana, mirando hacia el exterior en silencio, en un ambiente hogareño que refleja soledad no deseada.
La soledad no deseada no siempre se ve, pero se siente, especialmente en épocas festivas.

La Navidad como ventana de oportunidad para conectar


Aunque la época festiva intensifica las emociones difíciles, también abre una mayor receptividad al acompañamiento humano. Las personas están más dispuestas a recibir cercanía, a aceptar apoyo y a responder a gestos genuinos.


Imagina este escenario: Es 24 de diciembre en un hospital. Un paciente estable, con su tratamiento al día, lleva horas mirando la puerta. No espera resultados clínicos. Espera a alguien. Una enfermera entra, revisa signos vitales y, antes de salir, se detiene 30 segundos:

“Don José, sé que hoy puede sentirse distinto. Si necesita hablar, yo estoy aquí. Usted no está solo.”

Ese minuto no cambia el plan de cuidado ni añade procedimientos, pero sí transforma la experiencia del paciente. Porque lo terapéutico no siempre es lo clínico. A veces, es la presencia comunicada.


Mujer adulta mayor sentada en una sala con un árbol de Navidad al fondo, con expresión serena pero introspectiva, reflejando una Navidad en soledad.
Para muchas personas, la Navidad intensifica la ausencia y la necesidad de conexión humana real.

Cuando la comunicación interrumpe la invisibilidad


La comunicación intencional también ocurre fuera del hospital.Un técnico de farmacia entrega insulina a una paciente. Ella tarda en abrir. Vive sola; no ha salido en días; su nevera está casi vacía y su glucosa está descontrolada, no por falta de medicamentos, sino por falta de apoyo. El técnico podría dejar el paquete y marcharse. Pero hace una pregunta sencilla:

“¿Hay alguien que la acompañe? ¿Quiere que avise a alguien?”

Ese gesto de menos de un minuto puede activar una cadena de protección: trabajo social, seguimiento telefónico, enlace comunitario. Pero, sobre todo, alguien que la vio.


Para promotores de salud, educadores, personal de enlace y profesionales que recorren comunidades, muchas veces son el único contacto con el sistema de salud durante toda la semana. No siempre pueden cambiar la circunstancia, pero sí pueden evitar que alguien pase la Navidad en la invisibilidad.


Cuidadora sonriente colocando las manos sobre los hombros de una mujer adulta mayor sentada en silla de ruedas, representando acompañamiento y comunicación intencional en salud.
La comunicación intencional transforma la atención en salud y reduce la soledad en pacientes y equipos.

La soledad también vive en los equipos de salud

La conversación sobre la soledad no debe limitarse a los pacientes. Los equipos de trabajo también la experimentan.


La soledad laboral aparece cuando:

  • El equipo está fragmentado.

  • Se normaliza el agotamiento.

  • Nadie pregunta: “¿cómo vas de verdad?”.

  • Las emociones se postergan para un “después” que nunca llega.


Durante la Navidad, muchos profesionales trabajan mientras otros celebran. Cargan duelos personales, culpa por descansar o funcionan en modo automático. Un equipo desconectado comunica peor, lo que se traduce en más errores, menos coordinación, menos empatía y mayor rotación. La salud social también es para quienes sostienen el sistema de salud cada día.


Cinco acciones de comunicación intencional que reducen la soledad


No se trata de grandes programas ni de tareas adicionales. Se trata de acciones pequeñas, sostenidas y conscientes.


1. Saludos que reconocen existencia

Un saludo intencional va más allá del “hola”.“Buenos días, Ana. Me alegra verte hoy.”La validación reduce la invisibilidad.

2. Micro pausas de conexión

Treinta o sesenta segundos para preguntar:“Del 1 al 10, ¿cómo vas hoy?”No es para resolver, es para escuchar.

3. Asignar pertenencia, no solo tareas

En lugar de “te tocan los laboratorios”, intenta:“Tu rol hoy es clave para que el equipo fluya. ¿Qué necesitas de nosotros?”El lenguaje devuelve sentido.

4. Mapeo rápido de riesgo social en pacientes

Una sola pregunta al ingreso:“¿Quién es tu persona de apoyo?”Cuando la respuesta es “nadie”, se abre la puerta a intervenciones breves, al seguimiento y al acompañamiento.

5. Rituales de cierre de turno

Un minuto para agradecer, nombrar un logro o soltar tensiones.Los equipos que cierran juntos regresan menos dañados.


Comunicación, salud social y humanidad compartida


No vamos a curar la soledad con una conversación. Pero sí podemos interrumpirla, aunque sea por un momento. Y ese acto, por pequeño que parezca, es profundamente sanitario.


La salud social no depende del número de personas a su alrededor, sino de sentirse parte. Si hoy lees esto desde tu oficina, tu auto o en un turno de noche, recuerda: como profesional de la salud, líder o miembro de un equipo, tienes un impacto enorme con acciones pequeñas.


Pregunta un poco más. Asume un poco menos. Escucha sin prisa. Porque a veces, el mejor tratamiento es que alguien te vea.

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